Muchas veces nos encontramos que los niños/as se muestran desafiantes sólo con una persona; suele ser porque el niño/a no tiene claros los límites en esa situación ni con esa persona. Los límites han de ser flexibles; de nada vale tener unos límites rígidos o dejar que el niño/a haga lo que quiera. Un mismo límite ha de ser lo suficientemente flexible pero firme a la vez para que el niño/a sea capaz de entender que el mismo comportamiento, en distintas situaciones, no siempre tiene la misma consecuencia.
Y este aprendizaje depende de las personas que rodean al niño/a. No es fácil establecer límites y a veces las situaciones nos sobrepasan. Es en ese momento, cuando el niño/a aprovecha el momento idóneo para “salirse con la suya”. Por eso, vemos que hay niños/as que son desafiantes en el colegio, pero no en casa, o al revés.
Hay que evaluar las situaciones, observar con qué personas ocurre, identificar qué beneficios obtiene el niño con esa conducta y por qué medios la consigue. Y con esa información, modificar la conducta del niño/a, para que el niño/a aprenda a obtener aquello que desea a través de comportamientos adecuados.
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